H15- Portal Tunal
Era hora de iniciar un nuevo día. Aún tenía en mi boca el sabor a Mocaccino y a tabaco mentolado. Mi ánimo no era el mejor de todos. Mis ojos estaban llorosos y mis labios secos del helaje de la mañana. Era hora de iniciar un nuevo día, pero mi cuerpo quería seguir en la cama.
Bogotá es fría, y a veces inhóspita. Pensaba mucho, tanto trabajo por adelantar al llegar a la oficina. Mis zapatos estaban descoloridos y gastados, era hora de unos nuevos. Nadie a quien contarle mis penas. Se abren las puertas de la estación
El articulado estaba totalmente vacío, si contaba más de diez personas, exageraba. Entre las personas hallaba ciertas caras conocidas, y por conocidas no me refiero a nada más que caras desdibujadas en la monotonía de los días, caras de decepción y caras de falsos optimismo, caras malvadas y caras anónimas. Entre esas caras, la vi. Su sonrisa captó mi mirada. Su sonrisa, escalofriante.
Su sonrisa era escalofriante, pero escalofriante no era maléfico. Escalofriante era extraño, esas extrañezas que no suceden. Sus dientes eran blanquecinos, manchados, tal vez por el cigarrillo, o el café. Sus labios estaban delineados con lápiz barato. Su traje, de secretaria, era rojo y desgastado, con un par de agujeros en la parte de la bota. Sus ojos eran de un negro profundo, delineados con una línea gruesa de color marrón.
Su rostro no era muy distinto de las demás mujeres jóvenes que se dedicaban a este oficio. Algo tenía, un aire tan familiar que se me hacía tétrico, creí conocerla de toda la vida.
Su rostro no era muy distinto de las demás mujeres jóvenes que se dedicaban a este oficio. Algo tenía, un aire tan familiar que se me hacía tétrico, creí conocerla de toda la vida.
PUENTELARGO
Me fijaba fervientemente en su sonrisa, increíblemente no se desvanecía con ningún suceso de su alrededor. Aunque tenía a su disposición la mitad de los asientos disponibles, prefirió permanecer de pie durante todo el trayecto. Su sonrisa traía algo, ese algo me inquietaba.
No podía permanecer quieto. Mis ojos estaban pegados mágicamente a su mirada. Tan profunda, pero tan vacía. No tenía una definición exacta, siempre hallaba una nueva en cada mirada. Su sonrisa no se perdía, quería encontrar en sus gestos una historia, un hilo perdido, una nueva razón para tanta felicidad. O para tanta desgracia
ESCUELA MILITAR
Empecé con una historia:
Ella, tan pura, tan limpia, había cometido el peor error de su vida... ¡No! Su sonrisa no era de un error suyo.
Él la miraba desesperadamente, aún fingían que nada había sucedido. La piel rozándose, los labios juntándose... ¡No! Su sonrisa no era pícara, tampoco de placer exuberante.
Algo le decía que sonriera, así no lo deseara, quería combatir ese sentimiento tan pérfido en su mente. Pero le resultaba imposible, y sólo cedía ante ese malvado impulso... ¡No! Su sonrisa era algo forzada, podía controlarlo de haber sido así...
Sabía lo que había hecho, y lo disfrutaba... ¡No! Ella no era un ser perverso. Era sólo un humano más.
Ella, tan pura, tan limpia, había cometido el peor error de su vida... ¡No! Su sonrisa no era de un error suyo.
Él la miraba desesperadamente, aún fingían que nada había sucedido. La piel rozándose, los labios juntándose... ¡No! Su sonrisa no era pícara, tampoco de placer exuberante.
Algo le decía que sonriera, así no lo deseara, quería combatir ese sentimiento tan pérfido en su mente. Pero le resultaba imposible, y sólo cedía ante ese malvado impulso... ¡No! Su sonrisa era algo forzada, podía controlarlo de haber sido así...
Sabía lo que había hecho, y lo disfrutaba... ¡No! Ella no era un ser perverso. Era sólo un humano más.
CALLE 76
Se acercaba la hora de alejarme, ya tendría que seguir con mi camino. Seguía pasmado, no podía mover ningún músculo. Un manojo de sentimientos invadían mi cabeza. Frustración de no haber hallado dicha historia. Tristeza por lo que oculta aquella sonrisa. Pena, porque se desvanecía mi instinto. Rabia, contra ese gesto, ese gesto me hacía enojar.
Ya estaba llegando a la estación de Marly, cuando logré huir de mi ensimismamiento. Su sonrisa se había torcido en un gesto escabroso y quejumbrado. Su sonrisa mostró una desgracia mayúscula. Mi asombro era mayor, no podía creer que la inmaculada sonrisa que había visto, tan pura e inamovible, ahora fuera un gesto tan extraño. La sonrisa seguía allí, acompañada de una aterradora mirada perdida.
MARLY
Se abrieron las puertas. La mueca desdibujada no era más que una sonrisa en búsqueda de la ilusión. Me bajo del articulado. Y no salgo del horror.
La sonrisa no es más que un gesto en un proceso de búsqueda. Nada más.